113423032017

Nathaniel reflexiona atropelladamente esta mañana. Centrifuga como una lavadora llena de calzado. Se ha sentado en la acera húmeda y deja que la tibia luz atlántica, a punto de condensarse ya en lluvia, se desplome encima suyo. Arriba, el zumbido imperceptible de los ordenadores, la atmósfera masticada, los dedos rollizos y adocenados que teclean sobre hojas excel, escriben listas de tareas con fingida diligencia. Abajo, la calle huele a ozono y un viento trae aroma de océano.

Apenas veinte kilometros lo separan del mar. Podría correrlos solo para llegar con la rodilla astillada y los gemelos ardiendo. de alli puede zambullirse en el del mar del norte. Sería capaz de cruzar el oceano entero nadando si al otro lado le esperasen sus pasos, pelirrojos, mojados, silenciosos y graves. Tan silenciosa, tan eficiente, el amanecer de otro.

En la acera desierta un gato acecha a una presa que nadie mas percibe. Gaviotas observan silenciosas la calle silenciosa y en el resto de edificios la gente se afana, entre luz amarilla, coloridos jerseys y olor a champú y a tinta de impresora.

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